
Según una leyenda un arcángel pisó la cima del Tulabug para castigar su desobediencia. Por eso quedó el hueco que presenta hasta hoy.
Su mayor virtud ahora es la humildad. No le agrada nada de grandilocuencias ni de fastuosidades. Por eso, se levanta discretamente desde los pies de Licto, parroquia rural de Riobamba, y guarda celosamente los misterios de épocas pasadas.
Como todo monte enigmático se esconde en la niebla y propicia la lluvia cuando un advenedizo quiere llegar hasta su cráter, ahora vestido de verde y usado por las comunidades indígenas como estadio.
Su nombre es sonoro y poderoso: Tulabug. Es el monte considerado como dios de los lictos (parcialidad de los Puruháes) y ubicado aproximadamente a 18 kilómetros de Riobamba.
El Tulabug es un cerro de forma casi cónica en cuya cima hay una concavidad circular similar a la de un cráter apagado. Su altura máxima es de 3.500 metros.
El monte pertenece a los denominados “cerros históricos”, conocidos también como de Cacha o Yaruquíes, que son relativamente bajos e irregulares y se extienden hacia el sur formando un arco. Los que más destacan son: Chuyug, Salaronloma, Luceroloma y por supuesto, el Tulabug.
Un encuentro con el arcano
La aproximación se realiza un domingo en la tarde, cuando el ambiente surge cansado y apático, aunque sereno. Atrae su nombre, lo que se cuenta de él, pero preferimos ir sin mayor información para evitar cualquier juicio anticipado.
Se toma la vía Riobamba-Licto y se llega al punto conocido como Banderas (en vehículo, diez minutos antes de abordar la cabecera parroquial). Un pequeño sendero a la derecha marca el inicio del camino de tierra. La flecha y un nombre confirman que vamos bien: Comunidad Tulabug.
Un aire puro y vital nos recibe. Pero no es todo, en la base de la montaña, entre las grietas, descubrimos un hálito de oxígeno que se expide con fuerza. Es como si el monte respirara.
Seguimos por la vía polvorienta y sentimos una fina lluvia que cae constantemente, y que luego de 20 minutos, consigue obstaculizar el tránsito vehicular porque el lodo ha vuelto lisas las llantas del vehículo.
Avanzamos despacio, sorteando dificultades: un tramo donde el agua se ha estancado, y más tarde, una serie de piedras puntiagudas, que requiere de la pericia del conductor para superarlas. Aún así, el último impedimento parece insalvable; se trata de una empinada cuesta que termina por vencer.
El siguiente tramo lo hacemos a pie. Hay que tener cuidado para no resbalar por un piso jabonoso. Sin embargo, no hay forma de perderse, y eso nos anima.
Finalmente abordamos la entrada a la concavidad, que se presume es la huella del cráter que alguna vez hubo. Es sencillamente simétrica, como si un objeto gigante se hubiera posado allí. La explanada está completamente verde y adornada con dos arcos de fútbol. Más tarde nos contaría una muchacha indígena que en este lugar hace diez años existía una laguna de aguas cristalinas.
El silencio y la concentración se rompen por el vuelo de un par de aves que planea muy bajo sobre el cráter, mientras emite un sonido fuerte. Internamente lo tomamos como una advertencia.
Las aves pasan una y otra vez formando una línea imaginaria por el centro del cráter. Impresiona la cercanía de las aves, que usualmente ante la presencia del ser humano, prefieren alzar el vuelo o encumbrarse hasta la copa de los árboles. Pero, estos pájaros se mantienen ahí, vigilando, advirtiendo, amenazando, tal vez.
Intentamos captar la belleza del sitio e incluso de las aves, de alas oscuras atravesadas por una línea blanca y de patas largas de color naranja. Pero, el Tulabug después de mostrarse espléndido, ejecuta su rutina: esconderse tras la niebla. Captamos unas gráficas y también el sonido de los pájaros en una grabadora. Es todo, debemos bajar antes que el cielo termine de convertirse en un velo negro.
La huaca de los lictos
Una vez conocido al Tulabug, hurgamos en los libros para buscar información. Ahí comprendimos la importancia de este monte sagrado.
El significado de Tulabug puede interpretarse de la siguiente forma: Tola-bug: cerro en forma de tola. La final puruguay “bug” siempre sirve para designar a montes.
Las tolas fueron los primeros monumentos de los aborígenes. La tola textualmente se define como “tierra amontonada”; era un lugar sagrado, construido por los aborígenes, para el culto y para enterrar a los difuntos en los flancos.
El Tulabug, al ser una construcción de la naturaleza, se ajusta a la categoría de huaca. Cristian Aguirre, descubridor de la pirámide en el cerro Puñay (Chunchi), explica que una huaca era un monte donde se hacían ofrendas, se guardaban vasijas y se hacían sacrificios. “Cada pueblo tenía su huaca”, indica Aguirre. En este caso, el Tulabug fue la huaca de los lictos.
Los guardianes del cerro
La segunda parte de la ligera pesquisa se concentró en averiguar a qué tipo de ave pertenecían los ejemplares vistos sobre la cima del Tulabug. La descripción mental y la grabación del sonido eran las únicas pistas.
En “Puruhá Nación Guerrera”, de Silvio Luis Haro, encontramos un nuevo indicio. El historiador hace referencia a un manuscrito del silgo XVI, donde se explica que licto puede ser una derivación de licli, o sea gavilán, y que el ave debió su tótem (animal, planta o fenómeno natural, objeto de culto y veneración por algunos pueblos primitivos).
La coincidencia podía funcionar en este caso. Buscando en libros, enciclopedias virtuales e internet, cotejando la grabación con archivos de audio sobre sonidos de animales, efectivamente confirmamos que la pareja de aves eran gavilanes.
Atribuimos a la suerte el hecho de que el gavilán, ave adorada posiblemente por los lictos, nos recibiera en nuestra visita.
Y había más, dentro de la cosmovisión andina, se cree que los espíritus de los antepasados cuidan los templos sagrados; para hacerlo toman formas físicas que corresponden a los tótem de los pueblos antiguos.
Cristian Aguirre indica que en el caso del “Camino del Inca” es el curiquingue; y del cerro Puñay, un ave colorida parecida a un papagayo. ¿Es absurdo pensar que aquellos gavilanes eran los guardines del Tulabug? Posiblemente sí, lo seguro es que hay hechos que están fuera de nuestra comprensión humana.
Leyenda

El Tulabug fue castigado por querer ser el monte más grande.
En el libro “Caminantes sin camino”, recopilación de leyendas, César Arturo Herrera recoge una leyenda acerca del Tulabug, salvada del olvido por Euclides Paula.
Según la leyenda, después del diluvio universal, en la zona central de la llanura de Tapi existieron dos hermanos: Chimborazo y Tulabug.
Los dos se disputaban la custodia de la llanura, el primero por estar en la cabecera (norte) y el otro por estar en el centro.
Un día les invadió la vanidad y en demostración de capricho y orgullo, el Chimborazo creció 100 metros y el Tulabug 150; al otro día el Chimborazo creció 500 metros y Tulabug al atardecer apareció con 600 metros más.
En la absurda competencia pasaron los meses. Dios pidió a los montes que cesaran en sus intentos, pero solamente el Chimborazo aceptó. El Tulabug vio la oportunidad de tomar ventaja y se convirtió en el más alto y dominante. Dios se enojó y envió a uno de sus arcángeles para que castigue la desobediencia. El enviado pisó fuertemente la cima del Tulabug, el cual se desinfló. El crecimiento se pasmó para siempre, y como huella quedó un hoyo enorme, a manera de cráter de dos hectáreas de superficie.
Sólo entonces, el Tulabug aprendió las virtudes de paciencia y humildad, aún cuando miraba a su hermano, el Chimborazo, levantarse alto, hermoso y brillante sobre la llanura.
Al correr de los miles de años, el Tulabug recibió un consuelo. A diferencia del Chimborazo, donde nadie habitaba, sus faldas empezaron a poblarse de habitantes que lo miraban como una divinidad benevolente. Es así, que los humanos subían a la cima, entregaban ofrendas y entregaban vírgenes para halagarlo. Las jóvenes se bañaban en la cocha (laguna) del centro.
En un acto recíproco, el Tulabug dispuso que se organizaran juegos en su cima para unir a todas las comarcas. Pero, no quería levantar envidia en su hermano, así que cuando presumía que los estaba viendo, se nublaba y llovía.
La persona que haya escrito es muy gentil en hacer conocer la historia de los pueblos, pero la historia en los indìgenas es vivencial hasta la presente, se le recomienda dialogar con los ancianos de 90 años de las comunidades que ellos tienen otra versiòn del Tayta Tulabug. Por eso me da mucha pena de que estè escrito cosas absurdas.
Luz Aurora Chinlle Vacaela- Oriunda de Pompeya.- Licto
amiga no es posible conbersar con personas de 90 años x q la mayoria an fallecido yo le digo x q mis padres son de santa ana de guañag
Q linda historia siempre mis padres m contaban de este lindo paisaje un paraiso escondido TULABUG SANTA ANA DE GUAGÑAG Visitennos q alla lo esperan con los brazos abiertos yno se arepentiran de conocer un guagneño de corazon
Seria bueno q la historia q ud sabe la suba al internet xq no siempre es posible conversar con los ancianos de esa edad
felicidades por sacar esta historia a relucir le felicito es muy grandioso
Saludos y felicidades por Rescatar la historia de Tulabug para que las demás personas las podamos conocer.
que bueno……….. ya era hora que el tulabug sea uno de los sitios mas llamatvos de nuestro pais………..porque es muy hermoso vivir cerca de el …
VISITENLO…..LOS ESPERAMOS …….
gracias amigos por contarme una historia mas la del tulabug dormire soñando hoy e ire a conocer en bici como me gusta viajar
esta es milinda tierra, tulabug tierra de muchas historias tiene una mira donde aprecias cuatro bolcanes maravillosos y mucho q contar visitenos
JOSE JOSE
Felicitaciones al autor de esta publicacion es una investigación que nos inspira a sentirnos orgullosos nativos del lugar.
A la población en general que conosca más sobre su historia que aportemos con más conocimientos para de esta manera seguir consolidando y mejorando la historia de este colonial rincon de mi país: Estaremos pendientes.
nace en las faldas de tulabug sitio de mucha historia felicidades el escribió..saludos
Sea de una u otra manera a quien haya escrito esta versión se le agradece por tomar en cuenta a esta tierra por muchos olvidada inclusive por sus propios hijos, ojalá se pudiese difundir mas cosas hermosas que hay en nuestra hermosa tierra pues es muy digno de conocerse como el hermoso Tulabug o la misma parroquia de Licto. Saludos.
Luis A. Morocho Q.
Soy oriundo de Pungaybug Gompuicni, sector de «Verde Cruz», perteneciente a la parroquia «Flores», del cantón Riobamba. Pero vivo en Quito hace 34 años; la última vez que fui con mi familia Quiteña, a mi terruño por el año 2012, fotografié algunas fotos de este cerro fabuloso de «Tulabug». Siempre me ha gustado investigar un poco de todo. Pero, sobre todo con lo que tenga que ver con mi origen étnico ancestral o milenario: «La Nacionalidad de los Puruhaes». Desde ahí surgió en mí, el averiguar científicamente acerca de la lengua de los Puruhaes, su historia, su geografía, un poco de arqueología, etc, etc. Y mi guía, entre otros cronistas e historiadores sigue siendo: El P. Juan de Velasco.
Los felicito a todos quienes me antecedieron en sus relatos y comentarios; pues los quiero compartir la etimología de «Tulabug» por un lado, y por otro acerca de una leyenda que me acordé: TULABUG; del Atacameño tula, tierra; del Quichua pug, calor. Del Colorado tola. Tierra del dolor, (P. Juan de Velasco).
– (Leyenda), mis ancestros me contaban que en la cima, es decir, en el cráter de Tulabug, antes existía una laguna grande, y cuando los pastores acudían a este lugar sagrado a abrevar a sus ovejas; el agua de la laguna brillaba como un espejo mágico, de pronto se les aparecía: el «oro», o una fruta muy apetecida por todos como es el «banano», y cuando los pastores quería alcanzar, se los tragaban el agua de la laguna.
Gracias,
Espero no haberlos aburrido.
LAMK.
Gracias Luis por tomarse el tiempo de compartir información.
gracias x tener la upurtunidad de ablar del bolcan de tulabug
asi sentimos ser urgullosos de ser riobambeños
Buena informacion gracias al autor por el detalle ya que uno nació en ese lugar y no conoce su historia orgulloso de ser de molobog licto